Ayer fue Halloween, un día en el que la emoción del miedo se vuelve protagonista. Las personas buscan su look más espeluznante, se preparan pasajes del terror, las decoraciones se vuelven aterradoras y el entorno se transforma en una película de esas que gusta ver en compañía. Y claramente, detrás de todo esto, hay un interés por pasarlo bien y disfrutar, miedo mediante. ¿No es curioso eso? ¿Que el miedo se convierta en una emoción de la que poder disfrutar?